Hummer: la reina de los excesos





Por Pedro Díaz G.
pedrodiazg@m-x.com.mx

Aquí voy, trepado en ella. Alejandro, el vendedor, me dice que es un búfalo, pero más bien parece un mamut de tres toneladas y media que consume más de 18 litros de gasolina por cada 100 kilómetros. Es naranja y como son casi las seis de la tarde, el crepúsculo le impone un brillo irrecuperable.
Desde que Alejandro sacó a la bestia de la agencia, he venido escuchando su perorata didáctica: tiene un motor de 8 cilindros, 6.2 litros, con 393 caballos de fuerza; su velocidad máxima es de 180 kilómetros por hora; aceleración de cero a 100 kilómetros en 10.2 segundos...
Trata de convencerme. Cree que tengo 790 mil pesos que desembolsaría sin remordimiento alguno. Quisiera decirle que mi intención no es comprarla, que lo que busco desde que me paré frente a ella en avenida Revolución es manejarla. Necesito saber por qué esta camionetona es la reina de los excesos.
Necesito sentir una Hummer.
Quiero ver si tiene razón José Carlos García, un arquitecto de 27 años al que conocí en un autolavado. Bajó temerariamente de su Hummer amarilla como un huevo y me dijo:
“La agresividad y poder son asombrosos. Al volante la sensación es de lentitud, pero ves al mundo debajo de ti. Eso es literal. Estás a un nivel más alto del piso. Eres un chingón. Quien tiene una Hummer compra en los escaparates de Mazarik, tiene un piso entero en la Condesa, las Lomas o en Polanco, va al gimnasio y devora a la ciudad. ¿Es una camioneta relacionada con los narcos o delincuentes pesados? Sí, en dos o tres semáforos te detienen para una revisión. Pero eso es parte de la leyenda. En una Hummer se sube Dios o se sube el Diablo”.
Alejandro: las llaves, por favor.


* * *

La capacidad de su cajuela es envidiable: al menos caben 29 paquetes de cocaína, ocho radios de comunicación, 12 granadas, 19 armas largas, 22 cortas, 62 cargadores de diversos calibres y 500 cajas de cartuchos...
Eso traía la Hummer que unos sicarios abandonaron en el kilómetro 287 de la carretera Ciudad Victoria-Matamoros. Fue el viernes 8 de febrero de este año, cuando la violencia comenzaba a clarear en el país: los integrantes de la Policía Federal Preventiva viajaban en una camioneta Ram Charger y perseguían a una Land Rover y a la Hummer. Fueron 30 kilómetros endemoniados. La policía sólo detuvo a los tripulantes de la Rover, dos muchachos que no pasaban de los 20 años.
La Hummer se perdió en la polvareda. Más tarde aparecería abandonada como si los 600 mil pesos que cuesta se recuperaran en un sólo traslado de cargamento. Ahí se supo de su capacidad de cajuela.
Es ideal para el trabajo duro.

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Cómo fui a olvidar la cámara para filmar mi soberbia al volante cuando el vendedor me la entrega frente a la puerta Uno de Ciudad Universitaria, al sur del DF.
¿Esto sentía Vicente Fox cuando recorría su rancho en esa Hummer que el ejército le dio en comodato? Aquella que nos presumió a los mexicanos. Una cosa es clara: el ex presidente también tiene cierta debilidad por esta caja fuerte, por este sofisticado juguete.
Allá él. Yo voy rebasando sin problemas. El mastodóntico aspecto de la camioneta espanta hasta al más acabado cafre. Acelero. Imponente.
Si tuviera entre 35 mil y 75 mil dólares, no los podría derrochar en una H1, diseñada originalmente para el ejército, porque en México sólo la adquiere la Secretaría de la Defensa Nacional.
Pero sí podría adquirir una H2, la primera versión ciudadana. Longitud: 5.45 metros y dos metros de alto, para algunos exagerada, para otros llamativa. Parece una locomotora.
O una H3, versión reducida pero con todas las características de la original, y desde 2006 el SUV (Sport Utility Vehicle, vehículo de utilidad deportiva) favorito, sobre todo de las mujeres.
Voy en el lujo encarnado: enciendo el equipo de sonido marca Bosé y encuentro la inclinación ideal de los asientos de piel; me pavoneo desde la ventanilla a dos metros de altura. Qué buen gusto y qué detalle en los cromos de la consola ¿La hora? Me la obsequia un reloj Bulgari...
Viajo en el confort total: las vestiduras son color beige, el volante es de piel, deportivo; el cinturón de seguridad no me atrapa, me consiente.

Es el poderío: apenas acelero y ruge, se escucha su fiereza. Todo está al alcance de la mano: una transmisión automática de seis velocidades, que sirve también para carga pesada; dos tipos de tracción controladas electrónicamente. Uno detecta neumáticos derrapantes y aplica frenado a cada uno de ellos de manera individual, con el otro le da mayor deslizamiento a las ruedas cuando se transita por superficies como arena o nieve...
No me quiero bajar.

* * *

Un suceso en Mexicali podría alimentar la leyenda oscura de las Hummer.
Fue el sábado 19 de enero pasado. La policía municipal encontró calcinada una de estas trocas. La abandonaron. Su osamenta dorándose al sol. El fuego quemó toda prueba de quien la conducía, pero no una certeza: es la misma que arrolló y mató a Luis Aguilar, un agente de la Border Patrol estadounidense.
Junto con una Ford, huía de las autoridades estadounidenses por las dunas del Valle Imperial. Y Luis Aguilar, oficial del sector Yuma, fue atropellado cerca de Gray Well Road, al sur de la autopista Interestatal 8, cuando colocaba cintas a lo largo del camino en un intento de detener a los mastodontes motorizados.
Aceleró la Hummer y le pasó encima.
En ella, se sabría después, viajaban traficantes de personas. Cuatro días después las autoridades mexicanas arrestaron a Jesús Navarro Montes en Ciudad Obregón. Es un coyote, con una orden de arresto pendiente en Mexicali, y el tipo fue acusado de matar al agente.

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Es naranja. ¿Ya lo había dicho? Lo lamento, pero esta Hummer me tiene embrujado. Ahora entiendo por qué Arnold Schwarzenegger tiene ocho. De todos los colores. Y para que los ecologistas no lo siguieran “fastidiando” tomó la decisión de colocarles motores que funcionan con hidrógeno. Lo que es el poder. Schwarzenegger no sólo fue el primero en llevar las Hummer a las pantallas de cine sino que también fue pionero hollywoodense en serpentear las calles de Santa Monica y Beverly Hills con estos animales mecanizados.
Ya experimentaré yo, cuando flotemos en los lagos de Araro, Michoacán, un espasmo interminable: la Hummer llenándose de fango cuando entra al lago a 90 kilómetros por hora, con el acelerador a tres cuartos, los limpiaparabrisas sacudiendo el lodo y, ante el más ligero volantazo, sus tres toneladas y media se convierten, sobre el agua, en un cisne de más de medio millón de pesos...
Sabré por qué intimida ver por el espejo retrovisor que atrás nuestro avanza una musculosa Hummer.
¿Saben por qué? Porque es un acorazado. Porque puede subir y bajar banquetas, camellones, vados, como si nada. Por que cada día las calles amanecen más llenas de estos vehículos manejados por una nueva clase social, por narcotraficantes, políticos, artistas o deportistas.
Porque con asientos tan grandes como el sofá de tu casa, te hace sentir como un habitante del Primer Mundo y no como un sencillísimo conductor.
Qué emoción.
Pero como todavía eso no sucede, aquí voy, sobre Insurgentes Sur. Siento la ligereza de su dirección hidráulica integral en un breve zigzag; sirve para eludir hasta el obstáculo más peligroso. Tiene suspensión delantera independiente con barras de torsión, la trasera poseé gigantes resortes.
Es un sinónimo de libertad; sus nuevos rines de aluminio de 17 pulgadas le dan un aire deportivo y sus defensas plateadas delanteras y traseras son tan resistentes como el personaje de La Mole; destaca su aspecto robusto y atrevido.
A bordo de una Hummer el mundo es otro.

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Los diarios ilustran los avatares de quien posee una Hummer: la primera aventura de vértigo debe ser desembolsar los dólares. Pero hay más...
La H2 es la más grande de la familia: más de cinco metros de longitud, pero sale de la agencia sin blindaje. Así que al recibir los primeros disparos en el costado izquierdo, no hay sino que intentar la huída a bordo de la tanqueta. Pero hay que controlarla...
Ocurre en Ciudad Juárez; Chihuahua, cuando apenas despierta marzo.
A esta Hummer de poco le sirve la tracción en las cuatro ruedas. Nada puede hacer la caja automática de seis cambios: no es de manejo refinado. Pero el cofre rodante permite a sus tripulantes, con el semblante entintado de muerte, realizar un último intento por huir.
La persecución inicia a la altura de Sanborns en la avenida Triunfo de la República. Cuadras adelante la impericia con los casi 400 caballos de fuerza desbocados en la estrechez de las calles lleva a su conductor a incrustarse en una vivienda en el cruce de López Mateos y Melquíades Alanís. La camioneta arranca la ventana y destruye los muebles de la sala. La Hummer, una fortuna de 68 mil 438 dólares, queda bajo el resguardo de la luna.
Sus tripulantes son levantados. Es decir: secuestrados, torturados y ejecutados.

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Ahora sí, está sucediendo: estoy en un Hummer Happening. Lo organiza la concesionaria. El objetivo: probar un poco de la gloria de domar a un dinosaurio rodante, pavonearse arriba de los mastodontes, demostrar el poder que otorgan los 4x4.
Aquí está Juan Bosco Martínez, un joven y experimentado conductor que logró una marca, en febrero de 2007, en la prueba de ascenso de un sólo intento al Pico de Orizaba: subió una H2 a 4 mil 670 metros sobre el nivel del mar.
Su empresa, Bosco´s camp 4X4, es la encargada de la estrategia y logística de los Hummer Happening, una excursión a campo traviesa para sentir el placer de juguetear con estos aparatos
Para Juan, el de las Hummer “es un fenómeno muy especial. Es un vehículo que puedes utilizar en la tarde, lo llenas de tierra, y después le das un baño y lo puedes llevar a cualquier cena, a cualquier alfombra roja. Eso no te lo da, por ejemplo, un jeep”.
Y revela uno de los secretos financieros:
“...El modelo que más se ha vendido en México es el pick up, por el pago de tenencia. Por la H2 SUV pagas más de 30 mil pesos al año; y el impuesto para el H2, pero SUT, por ser de transporte, no supera los dos mil pesos. Y si lo ves por el aspecto físico, es más sport y le gusta más a la gente...”
Veamos los precios en México de las Hummer 2008: la más económica, la H3 Luxury: 37 mil 290 dólares; la más costosa, la H2 SUV Luxury: 75 mil 090 dólares (con un año de seguro gratis).
–Una camioneta Hummer, es un capricho muy costoso, ¿o no?
–Depende de cómo lo veas –responde Bosco–. ¡Es más barata que un Ferrari!

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El sábado 26 de abril de este 2008 una caravana de 10 Hummers salió de Morelia hacia el municipio de Araro, en Michoacán: 65 kilómetros. Todos, de acuerdo con las órdenes de Juan Bosco, debían bajar la presión del aire de neumáticos, de 35 a 20 libras, para poder penetrar sin dificultades los sinuosos caminos que nos llevarían sin problemas a la cima del cerro.
Para asistir a este happening han puesto a este reportero dos limitaciones: no publicar fotografías de los dueños ni, por supuesto, sus nombres. Es parte de la confidencialidad con la que se maneja este selecto círculo.
De acuerdo. Así podré contar que viajaré en el vehículo líder; que estaré a bordo de las camionetas unas ocho horas; que terminaré con dolor de cuello y con los pantalones y los zapatos llenos de lodo; que me subiré a la Hummer y cruzaré el lago un par de veces; que las camionetonas sortearán pequeños pantanos; que por momentos me poseerá el demonio, y que la sonrisa de poseer uno de estos vehículos y llevarlo al límite, es la cereza de la tarde.
Conoceré también que las Hummer son vehículos que adquieren, cada vez en mayor número, las mujeres mexicanas.
Confía Alejandro Arnáiz, de la concesionaria en Morelia:
–Precisamente con la salida en 2007 de la H3 se trató de llegar al mercado femenino. Además, la Hummer fue etiquetada en un tiempo como el narcoauto, lo que hizo que bajaran un poco las ventas. Tuvimos que idear cómo reposicionar al producto y una de las ideas fue la creación de los happenings: es aquí donde, con la ayuda de Bosco´s Camp, les mostramos a nuestros clientes hasta qué extremo pueden llevar a sus vehículos. Y terminan felices...
Y cómo no, si las rutas suelen ser fascinantes. En esta ocasión, para comenzar, Juan Bosco lleva a los participantes a que coloquen su camioneta sobre un montículo de arena y cuando, paso a pasito, bajo sus órdenes, los dueños alcanzan los 45 grados de inclinación, la familia estará lista para sacar la foto.


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“Las rutas siempre son nuevas –comenta Juan Bosco– y se hacen pensando en la seguridad del participante, pues otros clubes han metido los vehículos a un río en septiembre, cuando sube la creciente, y se han perdido jeeps. La gente se espanta, las esposas se ponen nerviosas y después de una mala experiencia así, no vuelven.
“Por eso hay que tener identificados la fecha, el clima, el terreno. Todo eso es muy importante. Por eso se explora previamente cada ruta. Y a cada una se le buscan los caminos más seguros”.
–¿Cuáles son la salidas que prefiere la familia Hummer?
–Las que le gustan más a la organización y a los participantes son: Real de Catorce, caminos de mina muy viejos, con voladeros de tres mil metros. Ahí vas, subiendo lentamente, y vas escuchando el crujir de las piedras a tu paso. Todo el día es avanzar muy despacio, como un tanque.
O las dunas, en Veracruz: 60 kilómetros con elevaciones de hasta 60 metros de altura. Se requiere de mucha técnica. Son rutas profesionales, un terreno nada sencillo, pero con una pequeña inducción de técnica, los participantes van tomando el modo y van conociendo el trazado y el vehículo. Todas son hermosas, pero esas tienen un detalle especial.
Están, además, Las Barrancas del Cobre. O Durango. O Baja California, en donde cruzamos los vehículos en el Ferry de Mazatlán y hacemos La Paz-Los Cabos, por brecha, en caminos de la Baja 1000. El escenario es precioso porque son cactus sobre arena muy blanca. Son sitios a los que sólo Hummer te puede llevar.
Igual vamos al Volcán Paricutín, que a Amacuzac, aquí en Morelos, muy cerca. Villa del Carbón.
–¿Cuál te gusta más?
–Guadalajara es muy bonito. Allí en la Sierra del Tigre en Ciudad Guzmán, y lo que es la Laguna de Sayula, hay mucho lodo. Todo el día hay lodo. Son dos días en que amanece lloviendo y termina lloviendo. Es puro lodo tipo mantequilla, muy especial. Las Hummer entran derrapando con las cuatro ruedas y luego se oscurece todo dentro, increíble. Es muy divertido, la sensación es muy agradable.
Acapulco, para los del Distrito Federal, es como un edén, y todo mundo corre para allá. Cruzamos el Río Papagayo –que trae un afluente muy interesante– casi en la zona de Barra Vieja, y es casi un metro con 20 centímetros de profundidad, con cierta corriente. Y a veces flota la camioneta. Empiezas aquí y acabas acá. Flota. Y sale... ¡cómo no!


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Aquí estoy, ahora ante este pequeño lago de Araro. Llevaré la Hummer a tope en dos ocasiones. Antes, me detengo a observar: la puerta trasera es de una sola pieza, tiene desempañador eléctrico y limpiador de dos velocidades; los espejos retrovisores son eléctricos, plegables, con cristales que también se ajustan eléctricamente, antiempañantes, electrocromáticos (sensibles a la luz) y con memoria.
Al interior, los asientos en piel, las consolas centrales y vestiduras con refinamiento en cada detalle. Tiene un panel de instrumentos con acabados en aluminio y, en la parte trasera, controles para aire acondicionado posterior.
Pantalla a color Panasonic LCD de 8”, montada en el techo con entrada para DVD, sistema de sonido Bosé de 10 bocinas; bolsas de aire; sistema de monitoreo de presión de llantas, sistema StabiliTrak para estabilización automática, y pantalla de visión trasera; frenos ABS con calibración especial off road, acceso sin llave y encendido remoto.
Nada la detiene. Es capaz de dejar el asfalto y cortar camino sobre cualquier superficie irregular gracias a la suspensión de aire autonivelable independiente, que mantiene al interior todo en su lugar.
Por su altura con respecto al piso, de 25 centímetros, es capaz de vadear hasta medio metro de agua, y tiene una capacidad de arrastre de tres mil 182 kilogramos.
¿Favorito?
El H2, el más atractivo y vistoso del mercado. Por su nivel de equipamiento. Por la amplitud del espacio interior. Por su color naranja, al atardecer. Y porque me empecino: no me quiero bajar.
A unos segundos de que la meta al lodo, me lo dice Enrique, del equipo de Bosco´s:
“Cuando sientas el agua no sueltes el acelerador, disfruta; volantea para comprobar que tú tienes el control. Sin miedo. Ah, y no te preocupes: la pintura tiene una protección especial contra la corrosión”.
Qué pronto me comienza a poseer. Me va transformando. Espanto a un par de caballos que se cruzan en mi camino, dejo atrás otra pequeña laguna y siento que pierdo la Hummer en un pantano; sale gracias a su monstruosa fuerza. Grito. ¡Wow!... Ríe Piedrique, del staff, cuando le pido permiso para volver a hacerlo. Anda, una vuelta más...
Y allá voy, con los sentidos exacerbados; el corazón latiendo aprisa. Quiero tomar más vuelo, deseo entrar más rápido al lago. Los volantazos harán que, por unos segundos, esta Hummer, negra por el lodo, sea lo más parecido a un yate desbocado. Otra certeza: se me está metiendo el diablo.

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Los gritos de los niños son idénticos a los que emitirían en la montaña rusa. Pero están en el Hummer Happening Morelia.
–¡Písale! ¡Con fuerza! –incitan a Alejandro Arnáiz, quien juega a también ser niño y mete la camioneta a los surcos de un ejido abandonado. Las sacudidas son terribles. Pero lo mismo cruza canales, entra y sale de pantanos; surca vados y sube montañas.
La Hummer es sin duda uno de los vehículos más rudos, agresivos e imponentes en el mercado. Todo hombre y por supuesto, muchas mujeres, han soñado alguna vez con tener a la corpulenta del asfalto, cuyas entrañas son lujosas y confortables.
–Yo me voy a comprar una color rosa, como la de Fergie, la cantante –revela Marifer con una amplia sonrisa, quien desde que se subió a esta camioneta piensa que no hay vehículo más seguro.
–¿No te da miedo de que, por ejemplo, te secuestren?
–Nooo. Arriba de una tienes muchas más posibilidades de salir de un ataque así. Hay que manejarla sin miedo. Mi mamá dice que es de raperos y reggaetoneros, pero a mí me encanta...
La moda nos impone cosas que la mente racional, en su sano uso, desecharía. La gente la compra, pero la mayoría nunca se mete al lodo, o intenta cruzar el monte, y ya no digamos a una zona de combate. Es uno de los vehículos más llamativos que se han fabricado. No hay una sola persona que no voltee a verlo con asombro, por su exterior, por sus colores o por sus imponentes dimensiones.

Prueba siguiente, para el asombro de sus propietarios: flexión de suspensión trasera.
Traducción: meterán su Hummer a una profunda hondonada hasta el punto de que la llanta derecha trasera se eleve más de un metro y medio. Riesgo: elevado.
Satisfacción: garantizada.
¿Sabrán que su origen se encuentra en la necesidad militar de contar con un vehículo capaz de ir a cualquier lugar y hacer casi cualquier cosa?
¿Sabrán que su nombre deriva de High Mobility Multipurpose Wheeled Vehicle, es decir, vehículo de ruedas multipropósito de alta movilidad?
¿Sabrán que en 1991 se consagró en la Tormenta del Desierto, como George W. Bush llamó al ataque contra Irak?
–El próximo happening es en Guanajuato. ¡Inscríbanse! –invita Juan Bosco.
Cuatro de diez levantan la mano.

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De vuelta a la Hummer naranja, unos días antes de ir al happening. Alejandro dice que todo el mundo las ama. No es cierto.
He leído que también se les odia.
Por ejemplo, para el periodista Dan Neil –ganador del premio Pulitzer por sus ácidas críticas de autos en Los Angeles Times– el H2 es uno de los peores autos de la historia, no por su desempeño sino porque considera un despropósito haber lanzado este vehículo en una época en la que se avecina la escasez de petróleo, y justo dos años después de los atentados del 11 de septiembre, cuya connotación también está relacionada con la guerra por este recurso no renovable. Por eso no dudó en catalogarlo como un “rencoroso reaccionario”.
En el reporte 2007 Initial Quality Study de la agencia de estudios de mercadeo automotriz, J.D. Power y Asociados, una lista que reconoce a los mejores automóviles en materia de calidad, la Hummer aparece como una de las que más quejas reciben por parte de sus consumidores.
Los peores números según la encuesta hecha a 97 mil conductores de coches y camionetas son para: Land Rover, ex filial de Ford (un total de 170 problemas reportados por cada 100 unidades), seguida de Mazda (163 para cada 100 unidades) y Hummer (162 por cada 100), Jeep (161 por cada 100) y Volkswagen (160 por cada 100).
Pero otra verdad es lo que dice José Carlos, el dueño de la Hummer color huevo:
“Es un magnifico invento de la tecnología moderna. Con solo verla te tiemblan las piernas. Imagínate subirte, y todavía mejor... manejarla. La experiencia es única, te sientes una estrella de Hollywood o una chava muy buena, todo mundo te voltea a ver, hasta los güeyes. Ya te imaginarás el pegue que te cargas, bueno, tú no eres el del pegue, y en ti no se fijan, sino en tu Hummer, pero sirve de gran ayuda al momento de ligar. Ahora, que si la Hummer hablara, primero te abandona”.
–Hay que ser imbécil para comprarse un auto que sólo sirve para quemar combustible al ritmo de un avión –dice Alberto Pérez Ramos, experto en mercadotecnia y simpatizante de Greenpeace.
“Con el cambio climático sobre nosotros, tanto la gente como los fabricantes de automóviles deberían tomar conciencia sobre el medio ambiente. Traer una Hummer es una irresponsabilidad”.
Ya han surgido lo mismo movimientos en contra. Cuenta Alejandro Arnáiz que en California a un individuo se le ocurrió, en su muy personal combate anticontaminación, quemar 40 Hummers de una distribuidora.
En algunas partes del país se organizan rondines entre adolescentes con la consigna de ponchar las llantas de las Hummer o romperles los cristales. O ambas. Y todo: “Por el medio ambiente”.


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Se escucha en la radio policial, en Culiacán. Es la noche del lunes 29 de julio:
--Hay un ejecutado La Primavera, al sur de la ciudad.
Los elementos de la policía estatal, detallan el hallazgo: presenta disparos, y cerca del cadáver hay casquillos calibre .9 milímetros.
De inmediato diferentes corporaciones policíacas se trasladan al camino de terracería que conduce al dique La Primavera, y a espaldas del sector residencial, encuentran, efectivamente, el cuerpo sin vida de un hombre.
No saben que, agazapados, les espera un grupo de sicarios.
Ya en la brecha, levantan el informe: el occiso viste playera gris, pantalón negro y tenis tipo Converse; es moreno claro, robusto, y de 1.60 de estatura, aproximadamente...
Cuando de pronto: bang. Uno, dos, tres bangs.
Les disparan.
Escondida en el camino, una Hummer blanca con varios individuos a bordo, al ver las patrullas, no lo dudan: aprietan el gatillo de sus armas; rafaguean a los policías. Y aceleran.
Nadie más muere. Comienza entonces, por un lado, la huida; por otro, la persecución.
Por ambos, los disparos no cesan.
Pero esta vez la Hummer en la que, en teoría desaparecerían los delincuentes, termina volcada. Porque rápidamente acuden todos los uniformados de Sinaloa: soldados, policías federales y corporaciones locales.
Y reportan que fueron los sicarios quienes iniciaron las ráfagas. Que se internaron en un fuego cruzado, que los gatilleros huyeron por diferentes rutas, por lo que los agentes comenzaron a seguirlos; que durante la persecución, el conductor de la Hummer giró hacia una zona de matorrales, que eso le llevó a perder el sentido de la ubicación; que el vehículo blanco, la enorme Hummer, golpeó contra un árbol; que se volcó.
Pero también reportan el colmo: que, aún así, los sicarios que la tripulaban, huyen a pie.


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Las cifras de la General Motors dicen que hay casi cinco mil de estas camionetas circulando en México. Se refieren a las vendidas en el país; habrá que aumentar las que legal o ilegalmente entran por las diferentes fronteras.
Llegaron a México el primero de agosto de 2004. Comercializadas con el modelo H2, únicamente se vendieron 160 unidades, con seis distribuidores: ciudad de México, Guadalajara, Tijuana, Puebla, Chihuahua y Culiacán.
Para el 2005 aumentaron a 18 los distribuidores y las ventas a mil 47 unidades; en el último trimestre de ese año fue lanzada la H3, lo que quiere decir que la H2 fue la que sostuvo la mayor parte de las ventas.
Ya en 2006 se comercializaron los dos modelos, y eso se vio reflejado en los resultados: más de 2 mil 400 unidades vendidas, con una demanda importante de H3 y un destacado crecimiento de distribuidores.
Y en 2007 se vendieron más de mil 800 unidades, con más de 22 distribuidores.
Para uno de ellos trabaja Alejandro. E insiste en venderme la Hummer naranja. ¿Le confieso que sólo necesitaba descargar esa adrenalina que han de experimentar los familiares del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, cuando manejan una? No, demasiado tarde. Tan tarde como el llamado de Chávez a detener en su país esa “Revolución de las Hummers”.
Trece de cada 100 vehículos comunitarios que se venden en México son Hummer. La marca aspira a que sean 18 por cada 100.
Es un gladiador del asfalto, con el porte de monarca.

Y muchos le rinden culto. Cada día nacen en internet sitios dedicados a recopilar todas las excentricidades que se le pueden realizar, como bañarla de oro, colocarle piscina, alargarla a tamaño limousine, levantarla a tres metros del suelo, propulsarla con hidrógeno; o pintarla de rosa.
La mayoría de los compradores son hombres con formación universitaria, ingresos superiores a los 100 mil pesos mensuales y un parque automovilístico que incluye al menos otros dos automóviles de clase cinco estrellas.

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En las calles de Santiago Papasquiaro, es seguro, el diablo viaja en Hummer desde 2007.
La leyenda dice que una Hummer azota a este pueblo duranguense: cada vez que merodea por las calles son levantados algunos pobladores.
Todo es por una cacería de puchadores, de vendedores de cristal. Los distribuidores quieren de nuevo a la cocaína como la droga que pulverice las fosas nasales de la región. Y para eso, hay que eliminar a los necios.
De octubre a la fecha al menos tres personas han sido trepadas a la Hummer, al baúl de la muerte.
De ahí que cuando por las noches ronronea el motor V8 no se duerme en Papasquiaro. Rafael Luna se durmió y ese fue su error. El pasado 10 de febrero amaneció tapado con una cobija; los de la Hummer lo levantaron, le pegaron múltiples disparos y se desangró durante toda la noche. Tenía 46 años, y era vecino de Tepehuanes, empresario y presunto colaborador de la PGR; le hicieron cavar su propia tumba.
Otro de los levantados fue Melesio Ceballos Duéñez, de 45 años, propietario de un bar, ganadero. Y uno más: a Francisco Ramírez, “el Negro”, simplemente lo semienterraron en un paraje solitario.
Oscurece y todos se meten a sus casas en Santiago Papasquiaro. Un ronroneo de 400 caballos de potencia se mete por las ventanas y estremece hasta a las peores pesadillas.

* * *

Ahora te toca a ti.
Sube. Te espera una cabina que combina la piel de los acabados con perfectos trazos en metal que decoran el equipo Bosé y enmarcan una serie de botones que lo mismo accionan el remolque con capacidad de 3 y media toneladas que la tracción en cada una de sus ruedas.
Es automática. Una pequeña pantalla de video aparece al lado derecho del espejo si metes reversa. Pequeño rugido al motor, apenas para apreciar el sonido de sus 8 cilindros. Nada que ver con los 125 caballos de tu Neón; a este tanque urbano lo mueven casi 400 caballos de fuerza.
Es el auto emblemático del hombre moderno. Quien lo compra es porque quiere llamar la atención, revela Alejandro, el vendedor. En su nombre se rinde culto. Todas las voces lo mencionan, para bien o para mal.
Es toda una inversión: 25 mil pesos de seguro anual; más de 30 mil de tenencia. Y la gasolina... No en vano a las empresas, muchas veces, les conviene más rentar uno de estos vehículos aunque paguen cantidades superiores a los 150 mil pesos mensuales.
Ahí estás –la piel de los asientos es calefactible–, escuchando a U2, metiendo drive, acelerando. Surca con una suavidad pasmosa el circuito del estadio; es silenciosa. No te detengas a pensar en el gasto de combustible y pisa fuerte pues no cede ante ninguna curva.
No cruza los topes, los deja atrás. Y sí, estar al volante de una Hummer te da importancia. El vendedor acepta que son un lujo sólo apto para artistas, políticos, empresarios y narcos.
Tomas Insurgentes hacia periférico y regresas en el trébol. No hay necesidad de ir a fondo, su desplazamiento es tal que nadie te alcanza.
– Además, todos te voltean a ver. Todos.
Y sí, algunos están distraídos, otros las odiarán, pero durante 20 minutos te voltearán a ver, con curiosidad por descubrir tu rostro, al menos 15 personas.
–¿Cuánto por este modelo?
–Es una H2 2008: 790 mil pesos. Y tengo una ganga, deberías de aprovechar. Es una azul delfín del 2007; te la dejo en 670 mil. ¡Un regalo! Piénsalo, no te vas a arrepentir...
Tomas los lavaderos de Ciudad Universitaria para volver hacia Revolución; no has incomodado a nadie con el tamaño. Salvo la señora del Civic azul que invadió tu carril sin proponérselo – “qué osada” dirá Alejandro–, nada perturba tu prueba de manejo.
De vuelta hacia la agencia volteas a verte en las grandes vitrinas y sí, estás a bordo de una Hummer, sientes su confort, su lujo, aún discutible para un auto de categoría premier, con la leyenda de sus ruedas de 22 pulgadas y una nutrida historia de aventuras en Irak.
Te subiste a una. Pudiste rebasar a un par de enanos cuya marca ni recuerdas; era naranja, casi daban las seis de la tarde cuando el vendedor finalmente, tras el papeleo de rigor, te entregó las llaves.
Es un monstruo del camino, es fascinante. Su manejo es similar al de un vehículo cualquiera, lejos quedaron los burdos y rudos acabados de su antecesor, el H1, y no te queda duda de que la marca en 2008 sólo simboliza glamour.
Cuán poderoso te puedes sentir sólo por estar trepado en una Hummer.
–No es la gran cosa –dirá quien esté acostumbrado a conducir vehículos todo terreno de gran lujo.
Quizá sea cierto. Pero verte conduciendo una, sentir la velocidad del viento meterse por la pequeña ventanilla lateral, cruzar los pantanos o colocarla a 45 grados de inclinación sobre enormes rocas, en fin, saberte a cargo de un Vehículo de Ruedas Polivalente de Alta Movilidad creado para el exterminio, es algo que te deja una amplia satisfacción.
No dormirás pensando en que a una Hummer se sube Dios y se sube el diablo.
La que me volvió un demonio fue color naranja. Olvidé mi cámara y pronto se acabó el crepúsculo.

Me puse a llorar como un bebé...


En diciembre sucedió algo inesperado, doloroso; atroz. Pero natural. Se fue la mamá de Alex. Días difíciles los que se sucedieron. Días en los que la tecla es un aliado. Esto surgió de las manos de Alejandro Almazán; me lo compartió, y yo, indiscretamente, pero con orgullo de hermano, lo comparto. Y como él, digo: Gracias, mamá.

Apostillas sobre la muerte de mamá

1

Pensarán que la muerte me arrambló la certeza, pero créanme si les cuento que yo sí he visto a un ángel. Fue desde que nací en el hospital de La Raza. Lo reconocí porque olía y sabía a mí. Luego me enteré que se llamaba María Elena y que sería mamá y papá durante treinta, cuarenta años. Ya había demostrado que podía con tan duro encargo: un padre alcohólico, una madre que salió huyendo sin remedio, y un esposo que no amó suficiente le dieron ciertos argumentos a quien la envió de que ella era capaz de aplastar toda pesadumbre.

Entonces nos conocimos, me presentó a mis dos hermanos y todos nos amamos súbitamente. Jorge, Carlos y yo nunca lo hemos dicho, pero supongo que desde aquel tiempo supimos que mamá había chocado en la tierra para cuidarnos. ¿O cómo es que podía pasar interminablemente alrededor nuestro? ¿Cómo le hacía para que, en un parpadeo, le entregara su vida a mis hermanos e intempestivamente estaba conmigo para llevarme al hospital y luchar juntos contra la fiebre reumática, la tifoidea, la hepatitis, los huesos rotos? ¿Cómo es que tomó el riesgo de dejar sus ojos en una abarrotería para sacarnos adelante? ¿Por qué su bondad superaba a sus rencores?

Definitivamente, eso sólo podía hacerlo un ángel.

Si un día hasta voló para que no quedara duda ello. Les juro que no es desvarío. Ocurrió cuando ya estaban maltrechas sus alas. Por eso se ayudó de un avión. Y ahí íbamos, encontrándole formas ocultas a las nubes. Creo que también intentó buscar a algunos de sus compañeros. Hubieran visto esa tarde con un sol irreparable, con la mitad del rostro oculto, nimbado, y mamá diciéndome que allá, en esos rayos anaranjados que encandilaban, estaba Dios.

El mediodía del uno de diciembre de 2007 mi ángel tomó su equipaje y volvió a volar. Quiso irse solo.

Se fue cuando menos falta hacía, cuando más falta me hace.


2

Me puse a llorar como un bebé cuando el médico nos dio la noticia. Nos sacudió el hachazo porque teníamos la idea de eras un tronco invulnerable. Ya ves: dos veces venciste a la muerte. La más temeraria fue cuando un miserable te arrolló y todos los vivos te arreglaron los huesos. Esta vez, sin embargo, la cama 13 era un mal presagio. Y ocurrió. Entonces mi cuerpo se volvió de goma. Se me entumeció el cerebro. Nunca había sentido tan grotescamente que un hospital se me viniera encima. Pinche dolor, debería de ser como cuando te quitas una gasa: de un solo tirón. Y así empezaron a crecer llagas en nuestros cuerpos. Supongo que un día serán costras, nunca cicatrices. Hoy todavía no sucede. Todavía no. Me propuse dejarme ir en llanto, a empaparme el alma. Un día ya no veré el negro semblante de la tierra. Pero hoy todavía no.

3

Malquerida diabetes hija de puta:

No sé por qué te divierte arrojar dardos a la sangre, a los riñones, al páncreas, al hígado, a los ojos, a los oídos. Me das tanta pena. Eres de la peor clase de asesinos seriales ni siquiera te atreves a mostrar la cara. Perra cobarde. Ah, pero un día, como todos los canallas, también morirás. Y habrán festejos con chocolates, ponche, helado y pastel. Mamá ya lo está haciendo porque no te permitió que le arrancaras nada. Se fue completa y durmiendo. Ni siquiera una uña pudiste arrebatarle. Por eso entiendo tu enojo. Resígnate, muerte puta. Debes aceptarlo: la Chata fue más chingona que tú.

4

Mensaje uno de mi hermano Carlos:

Repentinamente el viento sopló toda la noche y la lluvia inundó los verdes prados anegando todo. El pastizal no volverá a ser el mismo, aunque se seque la tierra y vuelva la vida silvestre a las estepas. Las lágrimas desgarraron el cielo, las nubes, y llevaron el ocaso al amanecer… Algún día todo reverdecerá, pero no se descansará igual en ese lugar. Ella encontrará la paz y se encontrará con quienes la amaron ayer. Sólo deseo que en paz esté y no la molesten. Mi mamá murió dejando un hueco imposible de llenar y este mensaje es para compartir y gritar mi tristeza.

* * *

Mensaje dos:

Mi cuarto es blanco en cada esquina. Hay una ventana frente a mí, pero el sol entra por una rendija. Desperté cuando ya era de día. Me encontraba envuelto en cobijas. Sus pliegues aparecieron frente a mis ojos, azules como las sábanas, lejanos y tantos que parecían cadenas de montañas. Y a través de esos montes, luego la ventana, luego la rendija, vi al sol asomarse, saludarme, diciéndome que la vida seguía. Fue como ver el alba a través de mis cobijas; además, la felpa parecían arbolitos distantes. Y afuera el ruido mundano se percibía. Los pajaritos cantaban una canción que no conocía, pero seguro hablaban de mi mamá porque se oían felices. Un perro ladrando había; era de un pastorcito que en los montes protegía a las ovejitas. Y también escuché a una vaca jugando entre los montes. Bueno, era un claxon de un auto que afuera corría. Pero todo esto me ayudó a saber que hay un nuevo amanecer porque el sol vi nacer en el edredón vuelto tropel.

5

No sé si ustedes lo acostumbren. Yo sí. Por eso me duelen las ganas de tocar a mamá. De verla, de abrazarla, de besarla, de decirle cuánto la amo, de contarle mi día y viceversa, de escuchar su voz a las 11 de la noche para decirme que estaba bien, de comer con ella, de llevarla a Cuernavaca para que le llore a mi abuela, de componer sus series de luces chinas para su árbol de navidad, de desearle feliz año, de fotografiarnos, de reírnos juntos, de que vuelva a advertirme que deje el cigarro, de que me pregunte por los otros que a mí no me interesan, de acompañarla a ver a San Judas Tadeo, de ir juntos a comprarle sus zapatos, de oír sus historias que siempre me asombraron, de verla en su tienda carcajeándose mientras se burla del fúbol, de que con su mal hablado lenguaje me brinde confianza, de que me toque, de que me vea, de que me abrace, de que bese. Hasta tengo ganas de escuchar a la Sonora Santanera y verla bailar y cantar.

Tengo ganas de tanto. Pero cuando me quedo solo lo único que hago es esperar a que eso suceda. Y no ocurre. Quizá porque lo hicimos y, aunque nunca será suficiente, fue la ración que nos tocaba.

No sé ustedes. Pero yo sí lo acostumbraba. Tal vez es tiempo de nuevos hábitos. Llámenla. Y tóquense, abrácense, quiéranse. Eso me enseñó mamá.

6

¿Debía partir ahora? ¿La raya de su vida debía terminar a los 65 años? ¿Debía caernos como un rayo un diagnóstico desahuciado? Seguro lo sabré un día. Hoy sólo pienso que mis hermanos tienen razón: mamá ganó el Super Bowl y se retiró. Tomó sus cosas y le dijo al mundo: ciao, me voy en el mejor momento de mi vida, cabrones.

7

A muy pocas personas se les concede una muerte poética. Mamá tuvo ese privilegio: cuando llegó al hospital y se trepó a la cama, dijo que la dejaran dormir, que tenía mucho sueño. Imagino que sigue soñando. Y no voy a interrumpir su duermevela. Ni con el llanto.

8

Mi hermano Jorge nos dijo que siguiéramos las recomendaciones de Jaime Sabines y no enterramos a mamá. También nos pareció insano echarle tierra y ver cómo el enterrador, en cada palazo, le decía a mi gordis que de ahí ya no iba a salir, que se resignara a las larvas. Sí, nos dolió cremarla. No es fácil verla reducida a cenizas dentro de una urna de rojo roble que llevamos a casa. Pero creemos que así le daremos la oportunidad de revivir y que ande cuando ella quiera.

* * *

Los vecinos nos dijeron que se acostumbran rosarios y quién sabe qué otros malos hábitos. Mamá era católica y no pudimos negarnos a ofrecerle misas. Entonces llegó la gente, buena y mala, a rezarle. Ya lo sabía, pero ahora lo confirmo: mamá se fue liviana como la neblina. No cargó con rancios fantasmas porque nunca odió a nadie.

9

Soy un zombi. Quienes me han visto me recomiendan que coma, que duerma y me dicen la estúpida frase que inventaron los estúpidos: échale ganas. Sé que debo llorarle todo, que sólo así las llagas podrán volverse costras. Sé que este vacío se impone de un modo tan determinante que impide cualquier bienestar. Pero tampoco quiero que mamá me vea de esta forma porque va a pensar que me derrumbé, que no aprendí la lección de sortear la quejumbrosa vida. Al final, estoy dispuesto a quedarme hasta sin uñas por llorarle. Luego entonces, como dicen mis hermanos, y sólo luego entonces, los tres habremos de escribir una historia insuperable. Una de ésas que mamá podrá presumir. Ya la escucho diciéndole a la gente: a mis hijos no los cambio.

PD: Seguro ustedes tienen en casa a un ángel. Lo van a saber porque es el único que les perdona todo. Porque cuando lo miren, él mirará a través de ustedes. Porque cuando hable, hablará de ustedes. Porque sólo con él, como dice U2, el día mantiene su confianza y la noche es suficiente.

Yo, por lo pronto, sé que mi ángel chocó con la tierra para cuidarme. Por eso, ahora que voló, cómo no lo voy a extrañar.

Una tarde despojada de pudor



Pedro Díaz G.


Las mujeres policía toman una gráfica, y otra, y otra.

¿Qué observan con tanta insistencia?

–Es que debemos pasar un reporte, joven. No vaya a creer que es por morbo. No lo vaya usted a creer...

Amaneció lloviendo este sábado. Y aunque el cielo no presagia ni una pizca de sol, poco a poco se va tejiendo un movimiento inusual sobre el Paseo de la Reforma.

Primeramente es el gentío que a bordo de sus bicicletas se reúne tras la Puerta de los Leones, en Chapultepec.

Pero lo que más llama la atención es la osadía de Omar: es el primero en quitarse los pantalones, dejar al descubierto el torso y sentir el aire frío recorrer, como las miradas de la gente, cada poro de su cuerpo. Click.

Entre vendedores ambulantes, aprendices de bailarines y efectivos policíacos que hoy tienen la consigna de proteger a los manifestantes, Omar deja al desnudo su obsesión por los piercings y de uno de ellos, justo el de en medio de las piernas, cuelga una pequeña bicicleta tejida con alambre, modelo antiguo.

–¡Se quitó la ropa! –menciona una mujer policía y se acerca a capturar la gráfica.

El asombro apenas comienza.

Ulises, uno de los organizadores, se desata el cabello y se quita la ropa: “Amo a mi bici”...; por acá, un grupo de artistas (Javier Pazarán, Marco Delgado, el Comandante Chan Chan, el Primo Fer, Minette, Fredrique, Tronc y Pablo) comienza a pintar consignas, escudos, frases o simples colores en los cuerpos despojados de pudor.

Ahí están, desnudos. Los fotógrafos no dejan de oprimir obturadores

–No cabe duda: siempre hay algo nuevo qué ver –comenta uno de los vigilantes, a quien su pareja lo azuza: anda, quítate el uniforme y te vas así en la moto...

Daniel es otro de los desquiciados de esta tarde: se pinta en la espalda “Cletosapiens, el siguiente paso en la escala evolutiva”... Y su objetivo, es decir, la razón por la que en unos minutos se quitará los pantalones cortos y deambulará por las avenidas de la ciudad, es propugnar porque las próximas generaciones de seres humanos sean respetuosas de su entorno, “y que se muevan en bicicleta, sin contaminar”.

Apenas den las doce y media, pedalearán desnudos por respeto.

Se acerca la hora y cada vez son más:

La idea principal: promocionar el uso de la bicicleta, y para ello pechos piernas brazos y espaldas se convierten en pizarrones.

“Estas llantas no contaminan”, se lee sobre una espalda sobrada de grasas y sus derivados.

O:

“Estamos desnudos ante los autos”.

“Así de frágil me siento”,

“Amo la bici. Amor aventurero”

“Si me matas, ¿quién se va a casar con tu hermana?”

“¿Así, sí me ves?”

Tercera llamada: comenzamos.

Ya son más de 200 los enlistados: no todos, pero sí una gran mayoría, vencerán en esa disputa contra sus fantasmas; lo hará la mayoría.

Pedalean desnudos con plena protección de patrullas y motociclistas. Uno trae tatuado en una nalga la bandera mexicana; otro el escudo: Hecho en México.

De todo ello darán cuenta este par de mujeres policías en su reporte. No dejan de oprimir el obturador, así sea el de sus cámaras celulares.

Desde los primeros pedalazos la gente se pasma cuando escucha gritar: “¡Usa bicicleta, no chingues al planeta!” y lo primero que ve es una masa de enloquecidos nudistas.

–¡Pinches payasos!... –se escucha el primer reclamo de la tarde.

* * *

“¡Bola de güevones, pónganse a trabajar!” grita una mujer. Tu-tu-tu-tu-tu... disparan claxonazos. Unos cuantos.

Por supuesto que enfada.

¿A quién se le ocurre desvestirse en plena vía pública?

Esto es un atentado contra las buenas costumbres.

–Esto es inconcebible –dice don Manuel Arregín–, primero la ley antitabaco y la ley contra las miradas lascivas; y ahora el pero episodio de exhibicionismo desde las fotografías de Spencer Tunick o las eternas marchas de los 400 pueblos de Oaxaca.

“Exijo que se respeten los derechos de los peatones que salimos por la mañana a cumplir nuestros deberes, no tenemos por qué ver este lamentable espectáculo.

“Que alguien legisle sobre esto: que las autoridades hagan algo pronto por todos los ciclistas, para que no tengamos que presenciar sus desnudos otra vez.

“Manifestaciones así deberían estar prohibidas”.

Pero no. Allá van, rumbo a avenida Juárez. El objetivo es llegar a la plancha del Zócalo. Causan sobresaltos en la población. Varias mamás tapan los ojos a sus pequeños cuando ven pasar a la masa desvestida gritando consignas.

En un Tsuru blanco, cruzando Insurgentes, una pareja se da cuenta del movimiento ciclista. Él no deja de ocultar sus celos y le pide a ella no voltear. Ella, sumisa, obedece.

Los ciclistas lo han visto.

–Déjale que mire... No la limites.

–¡Quie-re vol-tear!, ¡quie-re vol-tear!, ¡quie-re vol-tear!...

* * *

Se trata de reunir a cientos. Los más posibles. Para ello el internet ha sido herramienta eficaz. Convocan los Bicitekos, pero asisten el Movimiento Bicicletero de Cuernavaca, el Ciclopista de Frontera a Frontera, Puebla Ciclista, Biciellas, Biciraptors, Lunaticos, X sur, Cuerpos Desinhibidos, y visitantes que les acompañan.

La idea es exigir espacios y respeto para los ciclistas en una urbe donde circulan unos 4 millones de autos, pero en realidad cada quien tiene su causa: unos dicen que No a la privatización de Pemex; otros optan por convertir al paseo en un mensaje de cupido: “Amo a mi mujer”.

Al final serán casi 500 ciclistas, acaso la mitad completamente desnudos. Y se irán gritando, ante el azoro y el enojo:

“¡Salva al planeta, usa bicicleta!”

* * *

Sucede en las otras ciudades.

Al menos en un centenar. En México, es la tercera edición.

Y va mejorando en cuando a diseño: esta vez el recorrido se torna lento, el pelotón de ciclistas se aletarga y se descompone; no hay quien de continuidad a la marcha y en el afán de ser respetuosos el contingente se detiene en los semáforos en rojo a pesar de que los oficiales de la policía han bloqueado las calles para darles el paso.

Son ya unos minutos sobre la bicicleta. El aire penetra todos los rincones, sobre todo al levantarse encima de los pedales. La imagen de cuerpos desnudos se refleja en las grandes vitrinas de avenida Juárez.

Algunos admirados paseantes aplauden la inusual idea. Un par de ciclistas que por la mañana jamás se imaginó lo que pasaría ante sus ojos, no lo duda y, cuando descansaban en La Alameda, deciden despojarse de todas sus prendas y sumarse a la marcha.

Se suceden las palmadas, las felicitaciones, los silbidos coquetos...

De todo, les gritan a los audaces del pedal:

También pecadores.

* * *

Mientras en el ring que se instaló en la explanada del Zócalo, Edgar Sosa, campeón minimosca del Consejo Mundial de Boxeo, daba una exhibición, movía sus manos de un lado a otro; concretaba sus mejores jabs y lanzaba precisos uper-cuts de derecha, enloqueciendo a los amantes del boxeo que le observaban, algo en el ala norte de la plancha del Zócalo le interrumpió de súbito: más de un centenar de ciclistas, la mayoría desnudos, daba vueltas protestando por el calentamiento global, pedían dejar el automóvil y utilizar la bicicleta, y así, en cueros, asombraron a los invitados a la función de boxeo: los ex campeones mundiales de peso gallo Raúl Ratón Macías y Carlos Zárate, así como José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo.

“Válgame Dios”, diría, con cierta pena en el rostro, don José, ante ese golpe de nocaut emocional: no todos los días se ve gente desnuda en el ombligo de la nación.

* * *

Lo siguiente, sucede después de que el grupo arribó al Zócalo, y mientras una buena parte de los asistentes a la plaza se tapa los ojos y es escucha al pasar por Catedral: ¡“Nor-ber-to Ri-ve-ra, el-pue-blo-se-te-en-cue-ra!”

–¿Por qué se quitan la ropa? ¡Se van a condenar!– grita una mujer a los blasfemos, irreverentes, sacrílegos, irrespetuosos, obscenos y ateos ciclistas–. Reconsideren. Dios los ama. Abraham los ama. Issac los ama...

–¡Pero ellos no son mi tipo!, ¡arriba el diablo!”, le rebate un ciclista.

–¡Se van a condenar! –repite una y otra vez a las afueras de Catedral mientras más de 200 hombres y mujeres desnudos, se han tomado la foto en el asta bandera, han posado frente a Palacio; compran algún producto en la calle de 20 de noviembre.

Ulises, el güero del comité organizador, se atreve: ¿me venderán algo en el Oxxo si entro desnudo?

Y allá va, entre la gente, por un par de bebidas refrescantes.

Una joven dependiente de la tienda de autoservicio sale por la misma puerta que Ulises cruzó desnudo.

Trae un espanto reflejado en la mirada y el Ave María en los labios.

Sin pecado concebida.

* * *

Cavila Ulises Velázquez:

Pinches nubecitas... hicieron que me confiara y no me puse filtro, y pues sigo con los hombros ardidos. Y eso que no soy güerito. Igual me imagino que Georgina quedó con unas víboras bien padres más claritas enrolladas por todo el cuerpo, y la chava a la que le pintamos corazoncitos también los debe seguir trayendo porque la pintura sí bloquea el sol.

Prosigo con una bendición a las nubecitas, porque si hubiera estado despejado ¡qué calor!

El año pasado empezó a llover cuando estábamos por avenida Hidalgo y llegamos a La Cibeles bastante refrescaditos, pero ahora lo único que se nos refrescó fue la mamá por parte de algunos automovilistas.

¿Qué se siente desnudarse en la vía pública?

Atrás quedó mi preocupación por la desnudez y lo ultrajante de la naturalidad. Mágicamente hubo un salto del temor al escarnio y el más autentico pudor, a la diversión, al goce de rodar teniendo como fondo todos esos parajes de la ciudad con el sol y el viento sobre tu cuerpo, tomando conciencia también de que se estaba haciendo algo positivo.

¿Por qué me desnudo?

Porque así satisfago la necesidad que tengo de gritarle al mundo que las cosas no andan bien, que nos merecemos respeto, que debemos buscar energías alternativas lejanas al petróleo y que el cuerpo humano es tan natural que aquí estoy, completamente desnudo, en Paseo de la Reforma.

Es una locura. Pero también un ejercicio de libertad no solo para hacer un reclamo necesario, sino para unirse de forma solidaria y reivindicar el papel de los ciclistas en una ciudad diseñada para vehículos a gasolina.

* * *

Georgina Guevara no tuvo pena. Se desnudó tal como lo hicieron unas veinte mujeres: topless.

A ella el recorrido de este sábado le aniquiló.

“Me siento como si hubiera rodado cien kilómetros”, comenta.

Será por los nervios, pues cuando iniciaba el recorrido las miradas de la gente eran de escrutinio. Tal vez por la tensión de saberse frágil y vulnerable, más que nunca, entre el tráfico citadino.

“O quizás por los nervios o por mantenerme quieta mientras Maic pintaba mi cuerpo”.

–¿Qué sentiste al desnudarte en la calle?

–Wow. Primero noté que había mucha gente y que se estaban pintando. Otros ya estaban listos para salir, así que decidí que me pintaran también, detrás de unas mantas. Pero en cuanto salí de ahí, todo mundo empezó a sacar fotos... y ¡yo estaba nerviosa, apenada, emocionada!... lista para salir a las calles a manifestarme... así que tomé mi bike, gritamos y gritamos: “Puebla consciente también esta presente”, “Coches no, bici si”, “Salva al planeta, usa bicicleta” y cosas así... Y la verdad me la pasé feliz. La gente del paseo se comportó muy bien; no sentí miradas lascivas y realmente me lo hicieron muy cómodo seguro estaré de regreso el próximo año.

Georgina hace un balance:

–Me parece que hemos logrado el objetivo de la marcha, pero aún nos falta mucho por hacer para que la gente se nos sume. Pero ahí la llevamos.

* * *

El recorrido terminará en la Plaza Cibeles, en la colonia Roma. Y los cuerpos policíacos seguirán tomando gráficas de los cuerpos al desnudo. Para el reporte...

Aquí, gran parte de los integrantes subirá a la fuente y tomará por asalto a los leones de piedra. “Desnudos, nos vemos el próximo año”, invitan.

Y ya, entre el alborozo finaliza esta tarde despojada de pudor.

Sin ropas en bicicleta. Mmm. Queda la íntima satisfacción de haber hecho algo prohibido; el haberse despojado de la ropa también aniquila a ciertos fantasmas angustiantes que rondan las pesadillas.

–La verdad la verdad –comenta Paul— es que la gente se lo pierde. Yo vine aquí para saber qué se siente andar sin ropa en las calles de México, mi ciudad hoy más que nunca, ¡y es increíble!

En una marcha ciclista en la que todos debían pedalear completamente desnudos, algunos lo hicieron con poca ropa. Tuvieron sus razones. Estas:

¿Y tú, por qué no?

* Es que no quiero que me vaya a ver gente que me conozca y menos si son compañeros de trabajo.

* E que hace frío y no quiero enfermarme.

* Es que no me atrevo a desnudarme en público, porque soy muy penoso.

Para el próximo año, únase, no los pierda de vista.

Si le apena quitarse la ropa, haga lo que este joven, menor de 20 años, desnúdese, pero cubra su rostro, por si acaso, con una máscara de luchador, la de El Santo suele ser fascinante.

Y así, ni quien lo reconozca.



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Veracruz: el milagro de los cítricos



Pedro Díaz G.

Martínez de la Torre, Veracruz.-- Nadie lo creería, en las manos entintadas a dos tonos de Esteban, este campesino, se encuentran la magia de la vida y el por qué del desarrollo: él, con sabiduría y paciencia, es el encargado del injerto de cítricos, uno de los más importantes puntos en la producción, para que vivero San Manuel funcione a estándares internacionales y para que Veracruz sea productor número uno en el mundo.

Veracruz lidera la producción mundial de limón y lima y es tercero en toronja y naranja.

En el estado, los cítricos ocupan una superficie de 200 mil hectáreas que benefician a alrededor de 50 mil productores; generan 9 millones de jornales, 130 mil empleos directos y 360 mil empleos indirectos; hay más de 70 empresas limoneras, 9 jugueras, 70 empacadoras, 90 enceradoras, 3 gajeras, 4 viveros certificados como productores de plantas tolerantes al Virus de la Tristeza Cítrica (VTC), y, acaso lo más importante: producciones de tres millones de toneladas de fruta al año. Aproximadamente 400 de dólares millones anuales.

Veracruz es reconocido como el principal productor mundial de cítricos y, de acuerdo con cifras del Consejo Estatal Citrícola, se obtienen 97 millones de dólares por venta de concentrado de jugo y 136 millones de dólares por concepto de exportación de limón persa.

No ha sido fácil.

La citricultura está expuesta a situaciones meteorológicas extremas, plagas y enfermedades que azotan las cosechas.

Ha sido necesario introducir nuevas variedades y portainjertos tolerantes al Virus de la Tristeza de los Cítricos (VTC), probablemente la más devastadora enfermedad de los cítricos; a la fecha han muerto por su causa más de 120 millones de árboles en todos los países donde se ha presentado. El responsable: el pulgón café.

Este virus provoca el bloqueo de los vasos conductores de la savia, impide el paso de los alimentos hacia la raíz, provoca problemas de desnutrición, causa la falta de formación de raicillas y termina matando al árbol.

De que todo esto no suceda. De atender minuciosamente la producción de plantas tolerantes a la devastación del pulgón café y otras plagas, del crecimiento sano y controlado de cada planta, se encarga Esteban, en cuyas manos reposan las esperanzas de mejores cosechas. Estudios internacionales auguran 15 años de buen mercado, entre otros cítricos, de la lima persa y de la naranja.

Él da vida a nuevas frutas. La lima persa, naranja Marss, Naranja Valencia Criolla, Toronja Río Red, Toronja Flame, Toronja Marsh, Tangerina Murcott, Tangerina Fairchild, Tangerina Fremont...

* * *

Para mantener su nivel de producción, el estado de Veracruz ha debido vencer a las dificultades de la naturaleza. En 2007 una sequía se prolongó por más de tres meses y el paso del Huracán Dean amenazaba arrasar con todas las expectativas.

A trece días del golpe meteorológico, el gobernador Fidel Herrera Beltrán entregó recursos que servirían como arranque para reconstruir y relanzar la agricultura.

La urgencia era resarcir los daños ocasionados en 181 mil hectáreas de cultivos de plátano, cítricos, maíz, vainilla y café.

Herrera Beltrán ha puesto especial énfasis en la citricultura y entregó al Consejo Estatal Citrícola un cheque por 11 millones de pesos para la reactivación del sector.

De estos recursos, 5 millones de pesos a disposición de ejidatarios y pequeños propietarios, a través del Fondo del Consejo Estatal Citrícola, para la recuperación de al menos 14 mil hectáreas dañadas en municipios como Atzalan, Gutiérrez Zamora, Martínez de la Torre, Nautla, Papantla, Misantla, Poza Rica, San Rafael, Tecolutla, Espinal y Tlapacoyan. Los restantes 6 millones de pesos arrancarían el Programa de Empleo Temporal.

* * *

Uno: la germinación. .

Viajaba el pulgón café por las cosechas del estado. En determinado momento pudo afectar más de 250 mil hectáreas de cítricos, lo que hubiese significado un colapso en la economía de la entidad.

--Por ello, dice el ingeniero Raúl Gámez, coordinador del Consejo Estatal de Cítricos, era y es urgente reconvertir todos los plantíos a patrones tolerantes para hacerle frente al virus de la tristeza, detectado en la zona.

Para ello, el gobierno de Veracruz implementó programas de ayuda a los productores, dándoles a un bajo costo las plantas tolerantes al pulgón café.

“Gracias a un agresivo programa –enfatiza Gámez--, se han ido sustituyendo los patrones (es decir, el tronco de la planta) tradicionales, como el llamado cucho, por otros como el volkameriano, el swingle citrumelo, el citrange troyer y el Citrange Carrizo, por ejemplo.

Esteban trabaja en el Vivero San Manuel, un productor de plantas certificadas y lote productor de yemas. Aquí, confía el gerente, el ingeniero Julio Contreras, “se trabaja de manera artesanal”, para obtener mejores resultados.

Por un lado se siembra la semilla en los plantines o almacígos: largos contenedores en donde brotarán las plantas. Las semillas, certificadas y adquiridas a empresas como Willkots and Newcomb, de California, son sembradas una a una. Cada almacigo protegerá el crecimiento de 50 mil semillas. Controlar la temperatura, dotar de nutrientes, y supervisar estrictamente el crecimiento de lo que serán los patrones es el trabajo del vivero.

Por otra parte, bajo un ambiente limpio de impurezas, San Manuel produce las variedades: naranjas, limas, limones, toronjas, mandarinas. A esta zona el acceso es restringido pues son plantas que no deben, por nada del mundo, contaminarse. Apenas tienen contacto con el ser humano, pues de aquí saldrán las yemas y deben ser lo más sanas posibles.

Cuando el patrón alcanza una altura de 70 centímetros, es hora del injerto.

Ahí entra la labor de Esteban: de una vareta de, por ejemplo, naranja, extrae las yemas y tras quitar las espinas al volkameriano, le hace un corte angulado para colocar ahí la yema. Un pequeño plástico alrededor funcionará como sujeción hasta que, semanas después, la planta prende: empiezan a crecer arbolitos de limón, de mandarina, de naranjas...

El ingeniero Julio Contreras, administrador del vivero de San Manuel, ilustra:

--Por cada hectárea de terreno serán necesarias 300 plantas. Se han protegido del sol con zacate, se les ha cuidado de la maleza, se desinfecta el follaje, se les cuida con fungicidas y enraizadores. Y se logra una calidad certificada. Por eso es tan importante la misión de Esteban. En sus manos está nuestro futuro...

Seis meses después serán pequeños árboles de cítricos, de la mejor calidad.

* * *

Dos: La huerta. Esta, Lomas de Arena, ha sido avalada por los compradores europeos.

Generar conocimiento científico, crear innovaciones y promover transferencia de tecnología que mejore la rentabilidad y el nivel de vida de los productores, son metas del gobierno estatal.

Lomas de Arena es la huerta de 900 hectáreas de Carlos Couturier, en Martínez de la Torre. Él es uno de los principales cultivadores de naranja, toronja y limón persa (sin semilla) en México.

Su empresa, Couturier Hermanos, cosecha 10 mil toneladas de limón persa al año. Existen 67 mil productores citrícolas en todo México.

La familia Couturier cuenta con 3 mil 200 hectáreas que siembra, desde Tuxpan hasta el puerto de Veracruz, y que producen cada año en conjunto 102 mil toneladas de naranja, toronja y limón divididos en partes proporcionales.

Además, cada año compra 14 mil toneladas de cítricos a 120 pequeños productores de Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Colima y Michoacán. Todo eso suma casi 2 por ciento de la producción total del país.

Para lograrlo, se ha valido de la mercadotecnia y de asociarse con otros productores para comprar y vender cítricos.

Es un buen ejemplo para los citricultores mexicanos, y muchos lo han imitado en algunas prácticas de exportación e impulso de sus marcas.

Las tierras heredadas de su abuelo, un inmigrante francés que llegó a México a fines del siglo XIX, atraído por las facilidades legales que el gobierno de Porfirio Díaz ofrecía a los europeos. La zona, con uno de los mejores climas para el cultivo de cítricos, se convirtió en una sucursal de las aldeas francesas en la campiña veracruzana.

Su padre, Francisco, buscaba siempre ir a la vanguardia de sus competidores y vender sus productos más allá de México. En 1960 logró entrar en Estados Unidos. Casi cuatro décadas después, su hijo Carlos le dio otro empujón a la empresa, al cruzar los océanos con sus cítricos y su visión mercadológica.

Carlos fue tomando las riendas del negocio y se hizo cargo por completo el año pasado, al fallecimiento del fundador. Ahora, la producción de la empresa está repartida: el limón, en Norteamérica, Japón y Europa; la toronja, en Europa y Canadá, y la naranja –como jugo procesado a través de las empresas Citrex y Citrofruit– en México.

Para mejorar la producción y ser más competitivos, los Couturier han modernizado paulatinamente la maquinaria. Ahora usan podadoras israelíes, fertilizadoras estadounidenses y cosechadoras que agilizan la recolección y abaten costos.

Las frutas de Carlos Couturier llevan al menos cuatro certificaciones de calidad. En cada cosecha de limón y toronja invierte al mes unos 120 mil pesos en programas de inocuidad para las aguas residuales, separar la basura orgánica e inorgánica, capacitar a empleados sobre prácticas de higiene y ecología, como uso de uniformes, manos limpias, zapatos desinfectados, cubrebocas y guantes.

Esta huerta tiene árboles de lima persa que, tras la revisión del ingeniero Gámez, quien saca su lupa y la acerca hasta la cáscara, la analiza y dice el ingeniero agrónomo: totalmente sana.

Una vez cortada, esta fruta irá a las empacadoras y horas después saldrá seleccionada y empaquetada a los diferentes mercados: el nacional, el de Estados Unidos, Europa y Asia.

* * *

Ha sido interés del gobierno estatal que se establezcan acuerdos de colaboración que permitan, a través de la ciencia y la tecnología, buscar y aplicar programas ambientalistas que impacten directamente en municipios veracruzanos,

Las enfermedades disminuyen el vigor del árbol, las frutas con lesiones tienen un valor comercial bajo, especialmente aquellas para consumo en fresco, las plantaciones sin manejo de la enfermedad sirven de fuente de inoculo del virus y del acaro vector, los cuales pueden diseminarse a otras plantaciones.

El sector productivo de cítricos se protege de estos males que podrían causar una merma significativa de su producción, lo que originaría grandes pérdidas económicas.

El impacto del huracán dejó daños por 400 millones de pesos, pero hubo una intervención oportuna de las autoridades federales y estatales, que liberaron recursos por 90 millones de pesos a través de un programa de crédito para la rehabilitación de huertas.

Los huertos de cítricos se rehabilitaron y, cuando se pensaba que vendría una catástrofe para quienes viven de la citricultura, sólo fue una afectación menor de tres meses donde no se pudo vender producto.

Se perdió la cosecha de enero a marzo del año pasado, pero se restituyó con producción de junio hasta agosto, y hubo un buen manejo con el rescate de los árboles.

La citricultura se mantiene como la actividad agropecuaria que más divisas genera a Veracruz, que para 2008 se estiman en más de 400 millones de dólares, a través de sus exportaciones de limón persa, así como de jugo concentrado de naranja.

Los cítricos veracruzanos están en muchos mercados del mundo, como Estados Unidos, Europa y Asia, y se estima que se exportan un millón 200 mil toneladas de una producción total de tres millones 350 mil.

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Tres: la subasta.

Han debido pasar al menos tres años.

Pero ya están maduras las limas persas, las naranjas, las toronjas. Habrá que cosechar, transportar y vender.

Nunca más acertada la idea de que “han dado frutos” los esfuerzos de un grupo en el que Esteban, el campesino, es parte vital.

Y de la pasmosa lentitud con que han crecido estos árboles, hasta florear y dar frutos, de pronto las horas se vuelve vertiginosas.

“La subasta” es el nombre que se la da a dos grandes extensiones de terreno en Martínez de la Torre, en donde el productor vende su cosecha.

Apenas llega en camión o camioneta, cuatro o cinco intermediarios revisan la mercancía, y ofrecen. Para limón persa o naranja: entre mil 500 y dos mil pesos por tonelada, en estos días, pues el mercado se rige por factores multifactoriales.

Informa el ingeniero Gámez, quien es además secretario de gobierno del municipio:

--La actividad no cesa en esta parte de la ciudad. Un buen día, en tiempos de cosecha, hay estacionados aquí hasta 300 camiones para comercializar la mercancía. Inclusive hay compradores de toda la cosecha a lo largo del camino, en algunas intersecciones. Y de aquí parten los cítricos a las ciudades: Distrito Federal, Estado de México, Guadalajara, Aguascalientes...

Lo mejor se va a las empacadoras.

El buen productor, como don Atilano Alemán, vende directo a B&S, grupo exportador. Contento está el hombre. Ha traído de sus 20 hectáreas, en la última semana, 60 toneladas de lima persa. Acaso como una de los principios del buen agricultor, dice don Atilano, hombre de manos ajadas y oscuras por el trabajo al sol, al recibir su paga:

--De este dinero, primero para los arbolitos; luego para los peones. Y al final para mí... De otra manera no funciona.

Se ha concretado la compra de un camión de 10 toneladas. Hay que descargarlo y cargar otro. Para ello están Gabriel y Lorenzo, entre muchos de los cargadores que trabajan en el lugar. Ellos bajan y suben canastos de 80 kilogramos. Una y otra y otra vez.

Esta fruta, cortada por la mañana, al mediodía ha sido comercializada. Otros intermediarios las venderán a empacadoras o jugueras.

Y ya los cítricos se van de viaje nuevamente.

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¿Cómo hacer para que los productores alcancen metas de excelencia, productos de la más alta calidad?

Uno de los objetivos es buscar y organizar a los productores para que puedan contar con una técnica que les permita implementar buenas practicas agrícolas, a través del diseño de una bitácora administrativa, así como aspirar a mejorar sus rendimientos y la calidad de la fruta por unidad de superficie; por ello se implementa el proyecto integral bajo el esquema de la citricultura veracruzana.

Lo explica Gámez: “En este trabajo se requiere de la participación de los técnicos y de que los productores para que tengan los accesos a los recursos y adquirieran equipo como bambas, aspersoras para que les permita realizar sus labores de campo de una manera más eficiente. Además, también hay procesos de capacitación para que vayan comprendiendo y entendiendo cada uno de estos modelos y esquemas que se están implementando.

“Una vez que terminemos la labor en campo integraremos a los productores con los comercializadores, empacadores de la industria para que puedan organizar su producción.

En este proyecto interviene el Consejo Estatal Citricola, el Instituto Veracruzano para el Desarrollo Rural, la SEDARPA, la SAGARPA, la fundación Produce, el Comité Estatal de Sanidad Vegetal, SESVER, las asociaciones agrícolas de cada uno de los municipios y Coverlimón.

El proyecto planea reconvertir las plantaciones a tolerantes y ponerlas a disposición de los productores: 2 millones y medio de plantas listas para alcanzar la excelencia.

En la zona se hacen monitoreos por parte de sanidad vegetal para que se confirme que el Virus de la Tristeza Cítrica está en la región y de esta manera empezar a hacer la reconversión a patrones tolerantes contra el virus.

Está comprobado científicamente a nivel mundial que el único medio preventivo para que los cítricos no sufran esta enfermedad es la reconversión a patrones que puedan resistir la plaga.

Lo que sucede con Esteban, en el huerto, en “La subasta” y en Martínez de la Torre se repite a lo largo de todo Veracruz.

Aquí, en esta “subasta”, se comercializan aproximadamente tres millones de toneladas de cítricos al año.

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Cuatro: vámonos de viaje.

No queda duda: la citricultura veracruzana es pilar fundamental en la vida económica del estado y sólo con los esfuerzos de todos los integrantes de la cadena productiva de cítricos, y del gobierno, se podrá mantener la productividad y rentabilidad de los cítricos en Veracruz.

Apenas a 300 metros de la subasta, en el kilómetro 54 del libramiento Martínez-Tlapacoyán, está B&S Grupo exportador.

El gerente, Adrián de la Hoz, presentó el 22 de octubre de 2007 ante el Banco Mexicano de Comercio Exterior, la ponencia: Caso de Éxito: cómo exportar a Europa.

B&S es una de las empacadoras más importantes del estado, con una capacidad de 250 toneladas de limones al día, está considerada como una de las 500 mejores empresas del país y sus estándares de calidad están certificados internacionalmente.

Es así como los cítricos se van a Estados Unidos, Europa y Asia.

Pero antes: se ha hecho la compra, se meten a un gran contenedor los limones y se procede a un rápido proceso que incluye el lavado, el encerado –con carnauba para cítricos– y el empaquetado de limones. Los hay de diversos tamaños: desde 110 hasta 250, números que significan la cantidad de limones que contendrá una caja de 40 libras.

Son apenas unos minutos los que pasan los cítricos en esta empresa. Una vez empacados, ahí mismo son depositados en tráilers que partirán a Estados Unidos o en barcos hacia Europa; por avión se transportan los destinados al mercado asiático.

Fugaz, de vértigo han sido las horas más recientes de estos cítricos veracruzanos de excelencia.

Apenas esta mañana estaban en la huerta, luego de años, pendiendo del árbol que con total sapiencia Esteban, o tantos como él, injertara.

Y ya están de viaje hacia los paladares de todo el mundo.