…Y los dioses bajaron a la tierra





El Tajín es historia y es futuro. Prehispanidad, leyendas y música hasta altas horas de la noche. La Cumbre Tajín 2007 reunió una vez a más a miles de turistas, quienes, para recibir al equinoccio, se llenaron además de aromas, espíritus, humos purificadres y una permanente fascinación por las raíces y la mexicanidad. Celebremos la vida y la muerte. El pasmo y la extrañeza. La indisoluble unión de los contrarios y el amor por nosotros mismos

Pedro Díaz G. / Enviado

eme-equis/Dossier especial publicitario
Gobierno de Veracruz

El Tajín, Papantla.--
Es 16 de marzo. La visión nocturna obnubila los sentidos. El espectáculo de luz y sonido se proyecta sobre las pirámides, los nichos y los senderos de esta tierra bendita donde los dioses pretenden perpetuarse.
El Tajín es una danza de luz, magia y evocación a los espíritus. Es la
reunión anual de las culturas y el encuentro de las generaciones.
Fulgura el recinto ceremonial totonaca en todos los tonos. Ya por
momentos son rojas sus escalinatas, y ante el asombro de los
visitantes se tornan a moradas en un espectáculo nocturno a cargo de
Miguel Angel Negrete, productor general, y Salomón Bazbaz, productor
ejecutivo del centro ceremonial, quien dice contundente:
"Cada vez nos preocupamos más porque la Cumbre sea un espectáculo que brinde a todos sus visitantes una serie de actividades que permitirán
perpetuar las celebraciones ancestrales en torno a nuestros sitios
sagrados; nos ayuda a no olvidar sino nutrirnos de nuestras raíces".

Papantla recibe por octava ocasión a cientos de visitantes.
Ya. La Cumbre Tajín. Su historia y sus leyendas.
Hay, por supuesto, una actividad central: el equinoccio de primavera.
Dice doña Elba Almager, mujer que ha venido de Puebla:
--No olviden vestirse de blanco. Y su listón rojo en la cabeza. Hay
que aprovechar para hacerse una limpia, para purificarse en el
temazcal, para comprar, pues en estos días el Tajín es, además, un
gran mercado. Vivamos el amor por las raíces, por las enseñanzas
eternamente perdurables de los abuelos.

La Cumbre poseé tres elementos básicos: la majestuosa ciudad de Tajín,
cuyo espectáculo nocturno vierte aromas de copal y yerbas medicinales.
Siete estaciones habrán de recorrerse para satisfacer a los sentidos.
El Tajín es paraíso de formas y colores.
El ritual inicia desde el acceso. Los viejos sabios, palmos de
yerbas en las manos, y rezos ancestrales, murmullos interminables,
invitan a sensibilizar el alma a través de un lugar misterioso y
oscuro que se va abriendo entre el aire impregnado de copal, donde el
grupo de médicos tradicionales brinda a los visitantes limpias
ceremoniales de purificación.
Choca el rojo contra las escalinatas y la sombra de cada edificación
realiza caprichosos trazos que cientos de cámaras capturan.
"A mí lo que más me gusta son los colores, las danzas y el sonido de
flautas y tambores"
, atreve Alelí, una pequeña totonaca, nativa de
Papantla, quien asiste con su abuelo a la ceremonia.
En la Pirámide de los Nichos se incorporan los "Quetzales" de
Zozocolco, que con fastuosos penachos representan la invocación a los
puntos cardinales, donde los danzantes giran imitando al planeta, la
luna y el sol.
Son los niños totonacos quienes ofrecen a los espectadores caritas de
barro rescatadas de pequeños bancos de arena mientras se vierten por
toda la zona arqueológica los rezos de protección y la flauta acompaña
cada paso de quien hoy visita la ciudad sagrada.
Los voladores realizan su vuelo en el árbol de la vida, de 22 metros
de altura, desde donde invocan a las deidades por una buena temporada.
Las imágenes colman de energía a los visitantes.
Son totonacas los policías de El Tajín: que nadie traspase las áreas
protegidas. Que apenas se acerquen a los viejos que oran y cantan sin
cesar.
Aunque esta primera visita es un viaje especial para la prensa, el
INAH y las autoridades de la región han cedido su espacio también para
los habitantes del pueblo. El costo, que generalmente es de 40 pesos,
esta noche no existe pues papantlecos, y más de un centenar de medios de
comunicación, se sumergen por igual en las entrañas de la mexicanidad.
Fuera los espíritus. los cuatro puntos cardinales otorgan el permiso
para iniciar la Cumbre. Otra de las danzas tradicionales totonacas,
"la Danza de los Negritos", combina los colores de paleta antigua y el
atavío tradicional con la música de violín.
Este ritual lo conoce Alelí. Se la enseñaron en la escuela, como muchas otras de las leyendas de sus antepasados.
"Narra la historia donde el caporal es mordido por la serpiente de la
maldad y antes de morir reparte los bienes a sus compañeros, pero su
pureza lo salva; aquí surge Pilatos, el personaje del caballo de palo,
la ropa vieja y las bromas, él representa las tentaciones condenadas a
fracasar al frente del fervor de la verdad".

Acaba la noche de viernes.
Y uno de los paseos obligados es por el nicho de los aromas y sabores.
Las cocineras totonacas disponen de una decena de pequeñas cabañas de
donde emergen los vapores de la cocina.
Dice doña Estela:
--Pasen, sin miedo. Bienvenidos a esta tierra. Prueben, por favor, de
cada kiosko uno a uno los platillos.
Y sí:
Aquí, con doña Estela se ha guisado el pollo y las costillitas. Hay
tortillas recién hechas y los visitantes noche a noche llegarán a
saciar los paladares.
--Aquí podrán escoger a su elección lo que prefieran –comenta Martha
Atzín, cuyo apellido significa gota de agua-- coordinadora del Nicho.
--Se trata de una muestra gastronómica en donde nos apegamos fielmente a lo más tradicional de la cocina en la región, para que todos la
conozcan y regresen a sus lugares de orígen, con un buen sabor de boca
y el recuerdo de aromas inigualables.

Los platillos:
Púlacles o tamales de frijol, frijoles en atchuchu, bollitos de anís,
tamales de hojas de plátano, caldo de frijol, agua con chayote,
cebollina, epazote, cilantro o chicharrón.
--También tenemos dulces como tintines, pemoles, los pastelitos de
masafina, tés, café y atole.

Pero la oferta culinaria es vasta en la región del totonacapan. Pues
sumado a los guisos históricos a unos metros de la Cumbre se
encuentra, en los merenderos, algún pescado al mojo de ajo; camarones
a la diabla, o sándwiches, tortas y hamburguesas. Hot dogs, refrescos,
cervezas, clamatos o micheladas.
A las tostadas, los molotes, las enchiladas zampadas, las
espolvoreadas totonacas: tortillas recién hechas al comal, hay que
adicionar el restaurante italiano que ha sido concecionado en uno de
los principales espacios del parque.
Flautas y tambores. Colores en grandes penachos. Voladores que
arrebatan los sentidos. Culturas ancestrales que se niegan a morir.
Aromas y sabores.
Ya: El Tajín vive.

Energetizante. Magia y espíritus.
Ayer y hoy.
Otro elemento básico de El Tajín es un patrimonio intangible: la
cultura totonaca, que se puede apreciar a través de un nutrido grupo
de actividades en el parque temático.
Las filas no terminan durante todo el día. Cientos de veracruzanos y
muchísimos visitantes de otras regiones del país, pero sobre todo un
buen grupo de extranjeros, franceses, alemanes, o españoles y
argentinos, ha llegado hasta aquí y esperan pacientes bajo este sol
que no conoce la clemencia.
Una vez dentro y autorizado por la minuciosa revisión, a hurgar por
cada rincón del parque, en donde se han colocado stands, kioscos,
tiendas, y la oferta de actividades es tan disímbola que va desde un
concierto por la noche con Zoé y Belanova. Hasta las charlas de
Teófila Palafox, la única y más experimentada cineasta indígena, cuyo
trabajo en 8 milímetros la hace especial, a los ojos de los
visitantes.
En el parque temático está el Nicho de la Purificación, en donde se
podrán conocer los beneficios de la medicina tradicional, asistir a
las terapias individuales, los temazcales, masajes, sanaciones y
limpias.
O helados y hamburguesas. Y filas tan largas como las del ingreso.
Cuando el sol del mediodía baña de bendiciones a la comunidad entera,
el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, inaugura, a las 12
con 25 minutos, la Cumbre Tajín 2007 acompañado por su esposa, Rosa
Borunda de Herrera, y refrenda su compromiso con el Totonacapan y el
respeto a su cultura y a sus derechos.
Ha dicho el gobernador Fidel Herrera Beltrán que las ganancias se
devolverán íntegras para la comunidad totonaca y para el apoyo
educativo de casi cien de sus jóvenes.
Una mujer indígena resume en unas palabras lo que para ellos significa
la Cumbre Tajín y sus beneficios inmediatos:
--..Te mereces un aplauso, señor gobernador.
Y el tercer elemento básico del Tajín es su patrimonio ecológico, que
promueve el acercamiento a las bellezas naturales del entorno, vía el
deporte de aventura.
La Cumbre Tajín, así, es turismo cultural, de espectáculos y de
aventura. Es la oportunidad de energetizarse, de convivir unos minutos
con los dioses, del trueque y el comercio.
Es tiempo de mitos, leyendas, costumbres y creencias.
Venir a El Tajín es, también, la oportunidad de visitar al estado que
late, es conocer la Ciudad Sagrada, el Encuentro de Voladores de
diferentes latitudes, la Casa Totonaca, los talleres étnicos, las
danzas autóctonas, el teatro campesino, la Casa Xanath, la Casa del
Algodón, Radio Tajín…
Y los conciertos: Mono Blanco, Belanova, Zoé, Byron, Sonex, Orquesta
Centroamericana de la Papaya, Willie Colón, Chak, Cojolites, Dhruva,
Moderatto, Colectivo Nortec, A contramar, Paco Rentería y Repercute,
Paul Livingstone, Ma Faiza, Tibwa y Sindicato de Tamboreros, Jugosos
Dividendos, Urukúngulo, Brujos de Jalcomulco, Son del mar, Inca Taki,
Vakna Kobal, y Olivia Gorra "Chamánica".
La Cumbre es ritmo, ecología, totonacos, prehispanidad; el nicho de
los Aromas y Sabores, el nicho de la Universidad Veracruzana, con
exposiciones, poesías, cinematografía y artes visuales, entre otras
actividades.
Y descenso de rápidos, bicicleta de montaña, rappel, cabalgatas,
caminatas. Banquete para todos los sentidos, la Cumbre Tajín ha
iniciado.
Vivamos el amor por nuestra tierra.

Papantla. Hace calor. De a poco arriban los visitantes. Al Centro
Ceremonial y al Parque Temático. Es porque esta zona norte de Veracruz
se ha convertido ya en un polo turístico obligado en los días a la
espera del equinoccio.
Por ejemplo: dice Abel Rendón, quien viene desde Coyoacán, en la
ciudad de México, y es apenas uno entre cientos de jóvenes que,
estrafalarios –rastas, gorras de colores, grandes vestimentas, barbas
desaliñadas— ha llegado a las puertas del Takilhsukut, a un par de
kilómetros de El Tajín, sitio construido para dar curso a todas las
actividades:
--Llegamos desde el jueves. Somos un grupo grande, pero siempre
venimos al Tajín. Año con año. Una, para cargarnos de energía el 21 de
marzo, o otra, para mercar nuestros productos. Nos dan chance de poner
nuestros puestos en el suelo y dios quiera este año me vaya bien.

Apenas en unas horas ya me persiné: vendí un collar de 35 pesos. Ya
salió, algo, pero ya salió.
Lámparas hechas a mano es lo que vende Abel. Y uno de sus clientes le
gana un volado y de 600 se lla leva por 400.
--Así es esto. Le gustó la lámpara al Chavo, y que me gana en el
volado. Pero va. Todo bien. Aquí a veces se pone medio tenso el asunto
con los vigilantes que un rato te piden desalojes y al otro ya te
dejan regresar. La neta es que la Cumbre está chida. Y ya verás qué
gentió en unos días…

Por todo el camino brotan efímeros negocios: la Cumbre, además de un
encuentro cultural, se ha tornado en una fiesta musical que cada noche
presenta diversos géneros.
La oferta es singular: la cultura totonaca, cuyo tema central, este
año, es la fertilidad, y una nueva perspectiva que se maneja entre la
población de convertir al Festival en una segunda Quinta Vergara y su
Festival Viña del Mar.
Pero antes de los sueños musicales del futuro, El Tajín fue centro divino.
Su esplendor:
Fue El Tajín el centro político y económico más importante al norte del estado. Su poderío rebasó los límites territoriales y la cultura totonaca se insertó en la Sierra de Puebla: en Yohualichan las excavaciones arrojaron nichos, taludes y cornisas similares a las de El Tajín.
Al sur, para arribar a El Tajín feroces guardias inquisitoriamente indagaban los motivos de la visita. Superado este inconveniente, el acceso era directo a la Plaza del Arroyo, limitada a los cuatro costados por basamentos piramidales.
A un lado de la plaza del Arroyo, una gran cancha del juego de pelota, y después de cruzar el bullicioso mercado, tres campos más del ritual deportivo de la región. Cabezas de serpientes emplumadas con humanos emergiendo de sus fauces, narran el culto a Quetzalcóatl.
Hacia el centro destacaba la plaza principal, con la Pirámide de los Nichos, ofrendada al Sol. 365 nichos exactos.
A un lado, los seis paneles de la más famosa cancha de juego de El Tajín.
Sus relieves describen la preparación de la ceremonia y a los jugadores vestidos elegantemente, auxiliados por sus ayudantes. Y lo más importante: la recreación del sacrifico.
La vida por el sueño sagrado de transformarse en águila, el ave solar.
Un tercer grabado evoca el enfrentamiento de dos jugadores. Su símbolo es el movimiento, la unión de los contrarios. El final del juego se representa en el cuarto panel: aquel jugador que hace un movimiento contrario al destino del sol es decapitado y su sangre se vierte en la tierra sagrada.
Las dos últimas escenas tienen que ver con la fecundación de los líquidos sagrados; en una se alude al cultivo del maguey y al procesamiento del pulque, cuya celebración se realiza en el templo de los ritos acuáticos, con un sacrificio humano; en la otra imagen, el dios de la lluvia se autosacrifica, y en el templo aparece un sacerdote disfrazado de pez.
En la Pirámide de los Nichos, era complejo el rito para agradecer al Sol el crecimiento de las plantas y la unión del calor que representaba al elemento masculino con la tierra, la eterna femineidad.
El Sol-águila bajaba a la tierra. Y cumplía así su sagrada misión.

Son familias voladoras,
y la tradición continúa.
Sorprenden en dos ocasiones los voladores de Papantla. Porque no son
los valientes jóvenes o los viejos cargados de experiencia quienes
ascienden al árbol de la vida.
Son pequeños de 12 años. Y ya van hacia la cima. Rosa Borunda de
Herrera implementó la escuela de Niños Voladores y el proyecto crece
cada día. Se trata de rescatar la cultura milenaria, en todos sus
sentidos.
Dice Salomón Bazbaz, productor ejecutivo de la Cumbre: "La escuela
surgió hace más de un año mediante el esfuerzo coordinado del
organismo asistencial, gobierno del estado, Fideicomiso del Parque
Temático Takilhsukut y organismos privados. Así, menores de 10
localidades de la región, entre ellos Coxquihui, Papantla y Agua
Dulce, son apoyados con comida y transporte cada sábado para que
acudan a recibir esta formación básica de nuestro legado ancestral".
Ya descienden los pequeños.
Pero el asombro no termina.
Horas más tarde serán mujeres las que realicen el ceremonial de las alturas. “Desde niña ya soñaba con volar. Me gustaba imaginarme en lo más alto del árbol de la vida, instantes antes de lanzarme al vacío”, revela Dolores Pérez, quien a sus 15 años es pionera, para confirmarlo abre amplios los brazos y asemeja el vuelo que durante siglos perteneció a un grupo especialmente elitista: el de los hombres.
Sus hermanas Soledad y Natividad, adolescentes, también son parte del grupo, junto con una de sus amigas, Virginia Vázquez.
Pero además de volar, las actividades en torno a esta tradición se multiplican en El Tajín.
Los niños voladores con apoyo gubernamental. Las mujeres voladoras, con la ilusion de también comunicarse con sus dioses.
Además, la escuela convoca a jóvenes cineastas, quienes
han realizado reportajes y entrevistas con estos niños y mujeres
voladores y tienen uno de los proyectos culturales más importantes no
solo del Totonacapan.
"Debemos evitar que la danza del volador se siga desvalorizando", reta Bazbaz, que no deja de admirarse por el lento descenso de los voladores y su rito de vestimentas coloridas y ánimos sagrados.
Todos recuerdan el último vuelo de Jesús Arroyo Cerón.
En su nombre se realizan muchas de las actividades en este parque: cayó desde 15 metros mientras descendía y, entre música ancestral y la Mirada atónita de cientos de visitants, dijo adios.
Del árbol de la vida al respeto permanete, la veneración.
Ya son más de cincuenta niños; menos de cinco mujeres, que ya vuelan.
Se han graduado y ya representan estos rituales en otras partes de la
entidad y viajan por todo el país.
Vivamos por perpetuar nuestros rituales.


El equinoccio o las piedras susurrantes.
Ya es tiempo de recibir a la
primavera. Y aunque científica y oficialmente entra a las 17:08 horas
del 20 de marzo, es el 21 el día en que la gente más visita la zona
arqueológica.
Se ha dicho que vendrán 30 mil personas.
Que los alrededores estarán llenos.
Que no habrá lugar ni para estacionarse.
Que hay que levantarse temprano.
Sea. Pero no: la realidad degolla cualquier suposición: la afluencia
de visitantes es reducida, porque no son 30 mil, por fortuna, los que
acuden con la intención de cargarse de energía y buena vibra.
--Me voy a llevar unas piedras –dice Alelí, y observa las veredas
de El Tajín y su río de pequeñas pìedras deslavadas por la historia.
--Mira esta. O esta, todas son bonitas.

Algo de especial deben tener las piedras recién cargadas de
equinoccio. Pero ella exagera:
--Son piedras susurrantes. En ella se contienen todos los secretos de
la región. Han sido testigos del paso de los siglos, de esplendor y de
derrumbe, de vida y ocaso. Ellas poseen la verdad del pueblo totonaca.
Quizás si las pongo bajo la almohada mis sueños me devuelvan al Tajín.
--Mmm, piedras susurrantes…

Caminan lentos, con los brazos abiertos, cientos de estos especiales
peregrinos del sol primaveral. Se pinta de blanco la tarde entera;
los velos y las túnicas se cargan de energía.
Alguien bromea:
--¿Y tú, cuánto tiempo crees que nos dure esta carga?
--No sé. Con que dure las cuatro horas que dura mi celular.
--O las ocho de mi Ipod.

Viva el equinoccio en la Cumbre Tajín, la antigüedad en su viaje
hacia el futuro. Sienta la hospitalidad del pueblo Totonaco.
Este día Veracruz se viste de calidez, tradición, costumbres, legados
y riquezas. Los rostros indígenas transmiten la emoción al observar
con orgullo a sus voladores de Papantla.
Qué aromas despiden la vainilla, las yerbas medicinales, el copal.
--Pase. Hágase una limpia. La cooperación es voluntaria.
Y ya los humos se encargan del sucio trabajo de acabar con la maldad.
Dice Tsazná, la mujer con el niño a la espalda.
"Esta fecha para nuestros antepasados fue muy importante pues
anunciaba el inicio de la temporada de lluvias, necesarias para la
agricultura. Ellos estudiaron el movimiento del sol entre las
constelaciones del zodiaco, lo que ayudaba a los antiguos astrónomos a
determinar qué tan cerca estaba algún solsticio o equinoccio. Ellos
nos heredaron toda su sabiduría…"
La zona arqueológica se llena de colores. El movimiento es permanente.
Todos compran y todos venden, se purifican, recuerdan su lugar en el
planeta. Se les habla de hacer el bien, de ser mejores hombres, de que
la naturaleza es un factor determinante, de la importancia del agua,
la tierra y el sol como elementos generadores de vida.
Del tributo de viajar hasta acá.
Euqus: igual, y nox: noche. Equinoccio. El sol hace un recorrido
eclíptico sobre la Tierra, cruza el Ecuador y pasa del hemisferio sur
al norte. Y ya: el día y la noche son iguales en todo el mundo, con
una duración exacta de 12 horas cada uno.
Gran celebración en El Tajín. Por el amor a la tierra, la veneración
a los ancestros, la perpetuación de las leyendas y el infinito asombro
por sus piedras susurrantes.

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